Sin lugar a dudas el dinero no lo es todo en la vida. Al menos eso fue lo que pensó David Glasheen, un millonario que logró forjar una pequeña fortuna tras su arduo trabajo en la bolsa de valores.
Y es que luego de probar las mieles de una vida lujosa llena de modernismos y excentricidades, el millonario se dio cuenta de que estaba perdiendo cosas importantes en su vida, solo por banalidades. Pues para él, el dinero no lo hacía tan feliz como muchos piensan, y un buen día decidió dejar atrás su extraordinario estilo de vida, para simplemente buscar el camino de la tranquilidad.
A principios de los 90s, David ya había ganado más de 35 millones de dólares, por lo que podía darse todos los gustos que él quisiera. Sin embargo, así como vinieron los lujos, vinieron las preocupaciones, debido a las pérdidas y deudas que fue adquiriendo.
Incluso su entorno matrimonial terminó en divorcio por el estrés de su vida cotidiana. Todo esto dio como consecuencia que para el año 1997, David decidiría exiliarse por completo en una isla ubicada en Queensland, Australia, donde ahora vive en libertad plena junto a su perro.
Ya han pasado más de 20 años de su decisión, y él mismo afirma en el libro The Millionaire Castaway (El Millonario Naufrago) que haber dejado atrás las comodidades de su antigua vida moderna, lo ha llenado completamente de paz, y ahora se siente en absoluta libertad.
En el relato, David cuenta cómo fue que dio ese cambio tan drástico en su vida, y tomó la decisión de abandonar para siempre el sueño que la mayoría de las personas anhelan tener:
“Todos necesitamos restaurarnos en algún punto de nuestras vidas y eso fue lo que me pasó a mí. Estaba mentalmente súper cargado.” Cuenta el ex millonario David Glansheen desde su nueva vida en el exilio voluntario.
Gracias a su nuevo estilo de vida, David se ha vuelto un cazador experto. También comenta que el mar lo provee de los alimentos que necesita, por lo que ahora cuenta con habilidades extraordinarias para la pesca. En cuanto al agua que consume, el ex corredor de bolsa dice que hay un río que baja de las montañas, donde la recolecta, además del agua de lluvia.
También, él mismo comenta lo tranquilo que vive junto a su mascota, y a un par de maniquíes a los que llamó Phyllis y Miranda, y que ahora son sus mejores amigos. En cuanto a su entretenimiento, David cuenta con varios libros, y un teléfono satelital el cual lo tiene por si ocurre alguna emergencia.
Igualmente, tiene acceso a Internet gracias a una conexión que funciona con energía solar, para mantenerse al día con las noticias. Sin embargo, él mismo afirma que no es mucho el uso que le da, pues solamente le gusta estar en contacto con la realidad del mundo, como por ejemplo lo que se vive actualmente.
“Todos los días son un buen día aquí, pero me siento muy triste y decepcionado por la situación global actual. Era bastante obvio que algo así sucedería en algún momento. Ahora el mundo está muy expuesto y es una prueba de cuán efectivos son realmente los líderes.”
Lo que para David comenzaría como unos días de paz y tranquilidad, ha terminado como su nueva vida cotidiana durante ya 20 años. Pues sin lugar a dudas, él se encuentra feliz, alejado de todas las preocupaciones del mundo normal.
En la isla, David no tiene presiones ni estrés por su seguridad y bienestar, ya que allí consigue todo lo que realmente necesita. Y como él mismo ha afirmado, logró distinguir entre “Lo que necesitas, contra lo que crees que necesitas”.